La cultura de la muerte: el francotirador norteamericano
“El francotirador americano” (2014), una película del director Clint Eastwood,
ha sido nominado al Oscar 2015 como mejor película. Eastwood se ha basado, para
realizar la película, en las memorias (El
francotirador) del ex combatiente de guerra Chris Kyle que se le atribuye
haber matado 255 enemigos, pero solo le reconocieron 160. Kyle estuvo desde
1999 hasta el 2009 en Irak, perteneció a la élite SEAL y es considerado el
mejor francotirador de la historia de los Estados Unidos. Cuando regresó a casa
sus familiares notaron que no era el mismo hombre que conocían: la guerra lo
había cambiado completamente. Padecía del Síndrome de Estrés Postraumático:
sentimientos de amenazas por cualquier ruido sutil, perseguimiento, sueños
relacionados con la guerra y altamente violento con las personas que les rodea.
Kyle pertenece a ese gran número de combatientes norteamericanos, según cifras
extraoficiales 500 mil, traumatizados por la guerra de Irak y Afganistán que no
han podido recuperarse e insertarse a la cotidianeidad. Estos ex combatientes,
como Kyle, son un gran peligro para la sociedad norteamericana porque son
exponente a convertirse en suicidad o asesinos. Ante este problema post guerra
nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Estados Unidos posee una política de inserción
para estos ex combatientes? El nivel porcentual
de alcoholismo, suicidios, violencia, drogadicción y delincuencia en su población
muestra que la potencia mundial no ha podido aceptar consecuencias humanas ni
muchos menos proponer una política de inserción paulatina. Estos datos y secuelas
ya son conocidos por los norteamericanos por sus incursiones bélicas en Vietnam
y Corea. Los políticos han dado la espalda a estas secuelas y en vez de
afrontar han construido un discurso de recrear nuevas historias y revalorar el
accionar como heroico: una política de desinformación y construcción de una realidad
alternativa que más se acerca a la ficción. De lo descrito el cine ha jugado un
papel muy importante en la política de subordinación que tiene los Estados
Unidos con sus propios habitantes y superioridad con los demás países.
Clint
Eastwood ha producido una película bélica, respetando el prototipo que se hace Hollywood, que construye un discurso deformando y parcializando de una realidad
para relatarlo y proponer que la guerra es un fin positivo para justificar un holocausto
de muertes y destrucción por el simple discurso de que el accionar justifica su
política de seguridad. Entonces llegamos a la conclusión que estar seguro es vivir,
compartir y avalar normas y formas de vida de un discurso imperante (norteamericano).
Los que estamos fuera de su política en favor de la seguridad nos convertimos
en salvajes, en ignorante para tomar decisiones para nuestro porvenir y, por
consiguiente, perdemos el derecho a la vida; somos los eternos enemigos de la
paz y las buenas costumbres reescritas por los Estados Unidos. Y eso se ve en
el discurso cinematográfico de Eastwood: Estados Unidos necesita de un héroe
que, si bien es cierto, ha matado a muchas personas, eso no importa porque su
acto es en defensa de la paz, de la nueva
seguridad que ha reescrito el país del norte. Eastwood resalta el patriotismo, el
coraje y el valor del francotirador contrario cuando leemos las memorias de
Kyle que tiene poco de heroico y más a la paranoia. “El número de muertos no es
importante para mí. Solamente me gustaría a ver matado más. No por tener
derecho a presumir, sino porque creo que el mundo es un lugar mejor sin
salvajes que andan por ahí llevando vidas de estadounidenses”. “La guerra es una
mierda”. “La primera vez que disparas a alguien te pones un poco nervioso.
Piensas: ¿Realmente puedo disiparle a este tipo? ¿Está bien esto? Pero después
de matar a tu enemigo, ves que está bien. Dices: Estupendo. Lo haces otra vez.
Y otra vez. Lo haces hasta que no quede nadie que puedas matar. Eso es la
guerra”, afirma Kyle. Es deducible que Clint Eastwood no construirá el discurso de
su película desde la perspectiva que la guerra es lo peor para el ser humano
porque aunque se alcance la victoria las secuelas personales son negativas. Clint
Eastwood en “El francotirador americano”
nos presenta a un héroe que se identificó con su patria y puso en juego su vida
por los ciudadanos del país más justo del mundo. Kyle es el nuevo Superman, el
nuevo Rambo del siglo XXI, el nuevo Capitán América que protege solo al pueblo norteamericano
porque los que viven fuera de su demarcación somos los enemigos, los salvajes
que hay que matar en favor de su paz. El sábado 2 de febrero de 2013, otro ex combatiente
como él, un marino Eddie Routh, a quien se había propuesto ayudar porque padecía
el síndrome de la guerra, lo mató a Chris Kyle con disparos por la espalda.
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