Mis malditos email literarios



Las cartas se convirtieron, en cierto momento de la interpretación literaria, en un instrumento sustancial para ingresar en lo más íntimo de un escritor. Actualmente, las cartas han sido remplazadas por el email. Si bien es cierto que estas no tienen la literalidad y la exuberancia de las epístolas, el email, en cambio, por ser precisas y con mucho descuido ortográfico, ha triunfado por su objetividad. Para revindicar el viejo arte de lo confidencial que guardaban las cartas, pasaré a continuación, a publicar mis confidencias literarias con ciertos autores de la literatura peruana que de una manera turbulenta coquetean con lo público, lo escandaloso y lo literario.

Mario Vargas Llosa
El primer email pertenece a nuestro premio nobel Mario Vargas Llosa. ¿Fue difícil conseguir su correo electrónico? En realidad no me lo dio, nunca me lo daría. ¿Cómo lo conseguí? En una de las pocas ferias de libro de Lima que asistió. Recuerdo que lo esperé por varias horas para tenerlo frente a mí y decirle: “Señor Mario soy su gran admirador”, “ah gracias, muy amable, deme su libro, cómo se llama”. “Gracias es muy amable”. Desocupe rápido, el siguiente. Así ingresé al pequeño espacio que había separado la editorial para la firma de libros. Cuando estuve frente a él y le daba mi libro para que me lo autografiara me di con la sorpresa que su tarjeta personal yacía en la alfombra del recinto. Nadie se había dado cuenta, ni los fotógrafos amontonados con sus sobacos sudorosos, ni el gorilones de seguridad, ni todas las personas que se pararon frente a él y solo se preguntaron cómo una persona había escrito tantos libros.
Después de esa noche, empecé a mandar sucesivos email esperando que se dignara a leer una novela que había terminado hacía muy poco y creía que me consagraría en la literatura peruana. No sé cuántos emails le envié. Al final, me respondió, he aquí sus palabras:

“Señor Barrón he recibido sus emails abrumadores. Déjeme decirle que había pensado en cancelar mi cuenta pero desistí. Entiendo que quiere que lea su novela pero entienda que a mi edad no se tiene tiempo ni para releerse. Lo único que me ha entusiasmado es su terquedad, así que leí su primera página de las novecientas que me envío. Le doy la esperanza que siga escribiendo pero por favor corrija su estilo y sus conjugaciones verbales que son horrorosas”
Mario

Jaime Bayly
El segundo email pertenece a Jaime Bayly. A diferencia del primero, no fue difícil pedírselo. Fue muy atento conmigo. Tomamos un café y me dijo que tenía unos hermosos ojos negros, pero que no era su tipo. A mi me gusta los blanquitos pastrulos, me confeso. Recuerdo que me regalo los libros que llevaba debajo del brazo. “Te regalo estos libros que no los voy a leer”. Antes de despedirse me prometió mandarme saludos en su fenecido programa de televisión y que esperaba, en un momento, volvernos a encontrar. Eso nunca sucedió. “No creo que te vuelva a ver en el Perú pero si vas a Buenos Aires y me mandas un email antes para confirmarme que estas en la ciudad, te invito otro café para conversar”.

“He leídos tus emails y déjame decirte que no podré verte porque tengo un novio muy celoso. Me da gusto que hayas venido a Argentina.”
Jaime

Fernando Ampuero
En esos tiempos Fernando Ampuero era director del suplemento de El Dominical y le envié mi libro recién publicado para que haga una reseña. Aquí los emails.

“Señor Ampuero ruego que lea mi libro y haga un comentario de mi poemario. Me ayudaría mucho sus palabras.
Josué Barrón

“Señor Barrón no puedo leer su libro porque tengo una cantidad de libros que leer. Sabe, sinceramente, no podré comentarlo en El Dominical porque mis comentarios son para los libros de librerías (ellos me pagan por mi comentario, de eso vivo señor Barrón). Pero lo leeré, algún día. Buen día.
Fernando Ampuero

Gracias por apoyar mi desaliento. Váyase a la mierda. Buen día, también.
Josué Barrón

Beto Ortiz
Los siguientes emails pertenecen a Beto Ortiz y la confesión de nuestro tórrido romance de una semana. Él cree que soy uno de sus personajes salvajes de sus crónicas y yo creo que es mi salto al estrellato. Beto me convence que tengo el talento de escritor maldito y que solo me falta aflorarlo. En ese verano comienza su programa en el canal dos y siempre hace ademanes que son signos ocultos para que entienda que piensa en mí. El poco tiempo que nos frecuentamos nos fuimos de paseo al interior del país, comimos en los mejores lugares de Lima y me presentó a sus amigos de la farándula homosexual. Aquí algunas constataciones carnales:

“No he podido olvidarte. Eres algo que nunca pensé conocer. Quiero verte”
Beto

“No lo creo, tengo que trabajar. Me molesta que siempre me estés acosando para tener sexo. Te he dicho que no lo haré. Cuando cambies de parecer me llamas.
Josué

“Josué te he llamado, por qué me apagas el celular. Me molesta que hagas eso. Voy a ir a la presentación de Reynoso, vamos. Después hay una movilización gey que me gustaría que vayas para que te hagas famosito, eso no quieres.”
Beto

“Vi tu programa y me di cuenta que fuiste con ese huevón que me presentaste. No me jodas.”
Josué

“Tú te haces de rogar, tú no me jodas. Mira tengo unos libros en mi casa, pasa a recogerlo.”
Beto

“Te mando mi novela en PDF.”
Josué

“La leído y me encanta. Solo hay que darle unos retoques. Te presentaré gente para que la publiques en una editorial grande.”
Beto

“No me interesan las editoriales grandes. Invítame a comer helado en Asia y cómprame los libros de Carver.”
Josué

“Tengo que salir del país por un tiempo. Te extrañaré.”
Beto

“Ya no quiero verte, ese último día fue penoso. No pensé que llegaría a eso.”
Josué

“Está bien.”
Beto

Comentarios

  1. Real o Literario, cual es la diferencia, solo experiencias contadas o creadas?
    pero me agradan, me han hecho reir, creer, pensar y saber...

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