Ser o no ser
La
vida de una persona no es lo mismo que la vida biológica de una persona. La
distinción del primero con el segundo se da por el ambiente cultural que el
individuo está circunscrito. La idea de persona está sujeta a un status que
debe ganar. Y es este estatus que está supeditado a categorías culturales como
la religiosa, jurídica o política.
La
categoría de persona se ha construido de diferentes formas y ha atravesado por
un proceso histórico de diversas y constantes reconceptualizaciones. Un ejemplo
de ello es el dilema de su conceptualización actual donde se piensa que si “es-persona”
desde la fecundación, la unión de gametos o la anidación del embrión.
Históricamente
la idea de persona nunca estuvo emparentada con la idea de ser viviente.
Entonces ¿Quién era una persona? ¿Qué
tenía que hacer el individuo para ser considerado persona? Hay muchas
respuestas pero podemos encaminarnos que lo principal para un individuo en una
sociedad era la idea del nombre. Esto lo identificaba en una familia, en una
tradición o en un proceso de adquisición de un conjunto de derechos convenidos
para su reconocimiento y ubicación social. El nombre identifica, permite
entender la particularidad y la pertenencia del sujeto. La idea de nombre también
se puede emparentar con la categoría griega de personaje y máscara que no significa el ocultamiento de la
esencia del ser sino el significado de rostro que se aparenta con el nombre.
El
nombre debe ganarse porque es el símbolo de ser-persona, por ello, no todos los
seres vivos pueden tener un nominativo. Y para mostrar está diferencia el
cuerpo es un territorio donde la marca es un ente diferenciador. Es así como
los tatuajes, pinturas, cortes en la piel, cicatrices y deformaciones cumplen
el papel de status social y otorgamiento de derechos. La vida de las ser
viviente transita en un diverso proceso de configuración para ser-persona. Es
por ello que el cuerpo se va cargando de una constitución particular, de un
modo de ser que es diferente a su constitución biológica y lo convierte en
persona porque los derechos no siempre han sido inscritos al nacimiento
biológico de los seres humanos. Muchos de estos derechos han sido inscritos en
ritos, en el matrimonio o de ciertas hazañas. Un rito podría ser el bautizo
católico, el matrimonio simbolizaría la responsabilidad adquirida y la hazaña
podía ser la idea de caballero que se profesaba en la edad media.
Todos
los seres vivientes, históricamente, no han sido considerados como personas y
esto es claro cuando hablamos de los esclavos, bárbaros, los animales-humanos,
homosexuales o los judíos. Las sociedades humanas han construidos diferentes
principios y disponen de un conjunto de categorías para su diferenciación y su reconocimiento
de derechos en un espacio concreto que se debe ajustar a un tiempo determinado.
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