Biopolítica + genética neocapitalista: la nueva fórmula de un imperialismo no tan utópico en la película La isla (2005) de Michael Bay
La
isla (2005) es una película de ciencia ficción dirigida por Michael Bay (Los
Ángeles, 17 de febrero de 1965) y con las actuaciones Ewan Macgregor y Scarlett
Johansson. La cinta es un homenaje a películas tradicionales de escapes a las
distopía como Fahrenheit 451, THX 1138,
Parts: The Clonus Horror y Logan's Run.
La
trama está ubicada en el año 2050. Lincoln Seis-Echo (Ewan McGregor) y Jordan
Dos-Delta (Scarlett Johansson) son dos de los miles de supervivientes de una
catástrofe ecológica que extinguió a casi toda la humanidad. Por ello, conviven
con miles de sobrevivientes en un bunker militar bajo tierra a la espera de ser
seleccionados para ir al único lugar del mundo que no fue contaminado: «la
isla». La curiosidad de Lincoln le llevará a descubrir un secreto que pondrá en
peligro su vida y la del resto de compañeros: en realidad, no hubo ninguna
catástrofe ecológica y ellos son clones de personas que pagaron por su creación
para extirparles órganos vitales en caso de necesidad de un trasplante.
La
cinta no solo puede ser apreciada por los 126 millones que gastó ni por su
magnificencia en los efectos especiales que se desarrollaron para su
realización sino por los problemas intrínsecos que plantea sutilmente el
largometraje. El problema ético, que ya no se centra en la manipulación
económica por un sector imperialista, sino en reformulación del espacio del
cuerpo y su manipulación –se debe entender como biopolítica- es en sí el meollo
de una problemática futura que no quieren poner en discusión grupos
conservadores académicos ni mucho menos investigadores científicos por la
sencilla razón que el campo es incierto y desconceptualizado. Desde los años
ochenta las grandes empresas farmacéuticas y de investigación genéticas han
sido subvencionadas y adquiridas por transnacionales que vieron en ella los
negocios a futuro. El impacto del descubrimiento genético y sus posteriores
experimentos en la clonación de animales, la reproducción de órganos para los
seres humanos, la corrección de enfermedades por medio de genética, la nueva
idea de concepción, los niños probetas, la unificación de una raza, la idea
nietzscheana hitleriana de un ser humano superior se han estado discutiendo
secretamente en estos sectores de poder para extender su manipulación en una
próxima era global donde la idea de territorio sea reemplazada por sectores de
vida que solo ciertas personas con poder económico puedan acceder. Así la idea
de vida superior y una vida inferior de ser humano podía ser aceptada como
forma de atenuar nuestro miedo a la muerte o la decrepitud de la belleza. Estos
neohumano genéticamente perfectos pero sin deberes ni derechos serán los nuevos
esclavos del siglo XXII y reconceptualizarán la idea de qué es un ser humano,
cuáles son los límites y qué debemos entender
por vida. Estos también ocasionará una reformulación de la idea de bienes y
servicios, capital, estructuras económicas, desempeño de las personas en el
mercado laboral, la oferta y la demanda, y la idea del espectáculo o
entreteniendo masivo. Las transnacionales imperialistas se dividirán el ingreso
económico mundial por medio de dos tendencias: lo tecnológico y lo genético.
Presiento que ni el discurso teológico ni mucho menos los sectores de
investigación humanística podrán desestructuralizar un discurso donde su
principal objetivo no es feudalismo retrogrado sino la manipulación del cuerpo
y por ende el pensamiento. Un futuro no próximo si nos ponemos a pensar que las
empresas transnacionales farmacéuticas han declarado su apropiación y derechos de
comercialización de los genes descubierto. Una nueva industria que se construye
germinalmente en la actualidad dará fin a la idea del ser humano postmoderno y
cumplirá no los discursos apocalípticos católicos sino honrará a Isaac Asimov,
Julio Verne, George Orwell, H. G. Wells, Ray Bradbury, Arthur C. Clarke, Philip
K. Dick, Orson Scott Card, Alfred Bester porque reafirmaran que la imaginación
es un simulacro de lo abominable que puede llegar a ser los seres humanos.
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