Réquiem para Chris Cornell [Antes que su alma habite en el infierno]

Chris Cornell afirmaba, en sus entrevistas, que para cantar hay que  pensar en el dolor. Kurt Cobain destrozada su guitarra porque deseaba dejar de cantar. Odiaba lo que se había convertido. No era la música lo que movía las masas sino ese hombre decadente que representaba una generación harta de las polarizaciones políticas y la guerra fría. El grunge, en consecuencia, se convirtió en la esencia de la insatisfacción de los jóvenes, a inicios de los noventa, y el último gran movimiento del rock estadounidense. Los noventa se constituyeron como el desaliento por un norte, la destrucción del orden, la mercadotécnica, MTV, los colores pasteles, la caballera larga, la dejadez, la poesía reivindicatoria de los beatnik, los grandes estafadores de la bolsa de valores de New York y la novelas egocentristas con una clara dejadez por ser pulcros en su escritura. El grunge tuvo la particularidad de proponerse que el punk podía ser consumible si hacías un videoclip y fumabas y esnifabas todo tipo de drogas en señal abierta. El grunge borró la decencia canónica a los jóvenes aletargados por el monopolio educativo de las películas de Hollywood y los mensajes reivindicatorios de los países comunistas. Los jóvenes de los noventa crecimos sin padres y con el televisor cumpliendo la función progenitora. Escuchamos la música en cassette, usamos los jean deshilachados y nos poníamos las camisas a cuadro en la cintura. Ese era nuestro perfil capitalista: queríamos parecernos a Kurt porque amábamos tener ese “Smells like teen spirit” que nos acercaba al infierno de Arthur Rimbaud, a ese “agujero negro en el sol” que se repite en el coro de la canción “Black Hole Sun” de Soundgarden.

Los posters de Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains están pegados en la pared de mi habitación. Junto a ellos está el poster de David Foster Wallace: el último héroe grunge de la literatura. Casualmente está al costado de Chris Cornell. Los dos se colgaron de una viga. Los dos no le dijeron a nadie que se iban a matar. Los dos tenían problemas con las drogas. Los dos eran iracundos y expresaban su dolor en su arte. Los dos se han convertido en una forma de entender la vida cuando el arte se toma en serio y sobrepasa la expectativa de vivir. Morir para poder vivir. En mis apuntes aparece otra suicida: Kristen Pfaff, bajista de veintisiete años que murió un par de meses después de Kurt Cobain a causa de una sobredosis de heroína. Tocaba grunge en Janitor Joe de Minneapolis y luego Hole, liderada por la viuda de Cobain, Courtney Love. Busco su disco en el Youtube, “Big Metal Birds”, lo escucho mientras acomodo mi colección completa de David Foster Wallace. Lo siento tan cercano a Kurt Cobain cuando lo leo, tan lejano a Bret Easton Ellis porque a él lo siento tan MTV, tan  astuto como Jordan R. Belfort, tan demencial como Andrew Wood, vocalista de las bandas Malfunkshun y Mother Love Bone, que murió de sobredosis de heroína poco antes de la publicación del primer LP de Mother Love Bone, “Apple”. En la primera página en blanco de La broma infinita leo otra anotación: Shannon Hoon, veintiocho años, 1995, sufrió una sobredosis de cocaína, antes de dar un concierto en Nueva Orleans. Era el vocalista de la banda Blind Melon. Está escrito con color rojo intenso. No está fechada mi anotación. Cierro el libro y debajo hay un cassette de color blanco. Es el primer Unplugged in New York que realizó MTV. Cojo un lapicero y lo introduzco en uno de sus huecos. Empiezo a girar y girar, y cierro mis ojos y mi hermana y yo estamos mirando “Los años maravillosos”, tenemos siete años. Mi madre nos ha llevado a la casa de mi tía Flor. Tiene tres hijos. Dos de ellos viven con ella, el mayor está en Japón. Miguel, el menor, siempre juega con nosotros y nos hace ver los vídeos que queremos. Siempre nos pone videos musicales de MTV. No le doy importancia a la letra ni a su música ruidosa. Me emociona la historia que se cuenta en los videos, los colores fosforescentes y la vestimenta de los cantantes que trato de copiar. Juanchi abre la puerta de su casa, entra callado, con la mirada al piso y con paso largo. Lleva una polera a cuadro y su cabello lacio le da hasta los hombros. Se dirige a su cuarto y cierra la puerta. De su radio sale una música que no comprendo. Miguel, ¿qué escucha Juanchi? Nirvana. [Laynes Staley murió en 2002 y nueve años después, su compañero Mike Starr, por sobredosis de drogas. Los críticos musicales consideran la finalización del grunge con la muerte de Laynes. Tenía treinta cuatro años], se puede leer en la primera página de la novela inconclusa El rey pálido. En mi computadora escucho “Loser” de Beck y recuerdo de inmediato el vídeo. Un remake de “Smells like teen spirit” + imágenes surrealistas que le dan ese aire noventero. “Black Hole Sun” también guarda la misma estética noventera que propondría la canción más demencial de Nirvana: “Heart-Shaped Box”. “Black Hole Sun” de Soundgarden empieza con una toma del desierto que otorga una explicación semántica de infertilidad. En la siguiente escena aparecen cuatro personas que representan a religiones dominantes. Uno de ellos lleva un cartel que dice textualmente “Esta noche se acaba todo”. Después de ello se presenta a una familia típica norteamericana. En la siguiente escena los personajes del videoclip interrumpen sus acciones cotidianas a consecuencia de la presencia apocalíptica de un agujero negro en el sol. El agujero negro representa el fin de la tierra presagiada por las distintas religiones. Esta posible destrucción produce acciones surrealistas en los protagonistas como la deformación de los ojos, actos animalescos y caos. En una entrevista que le hicieron al Chris sobre el significado de la canción, respondió “lo escribí en un estado de ebriedad; la canción es tan triste que se me hace difícil explicar”. El vídeo trata de exponer que estamos cegados por la maldad y la estupidez. Entonces las imágenes se convierten en metáforas de la decadencia. Una niña derramando un líquido blanco de sus labios que se puede entender como un acto de pedofilia. La mujer con el perro en la bañera mientras un gánster  se peina con su cuchillo en el espejo se puede denotar como zoofilia. ¿Qué es para ti el grunge? "De lo que me arrepiento cuando tocaba en Soundgarden o de todo lo que hice musicalmente en los 80, 90". Todos te admiraban. Todos querían tocar como ustedes. "Cuando despegó el grunge en Seattle, fue raro. Muchos grupos fueron a la ciudad para saber qué era el grunge pero ya no había nadie. Todos estábamos de gira por los Estados Unidos. Fue muy extraño". Murieron muchos músicos producto de las drogas. “La única diferencia con un músico famoso es que de la otra persona no se habla en la radio, no es un personaje público". “Los noventa fue una época espantosa. Ningún día podía estar sobrio” Camino por la ciudad. Otra vez ebrio. Me he parado en la misma esquina  para beber. En mi spotify premiun he seleccionado diez canciones de Chris Cornell: Like stone, Be yourself, Fell on black days, Live to rise, Show me how to live, Jesus Christ pose, Cochise, Doesn’t remind me, Nearly forgot my broken heart y Black hole sun. Una botella de Jack Daniel´s da sentido a mi universo. Quiero ser Vallecito Goicochea pero sin corazón y con su miseria. La gente pasa y no me obsequia un saludo. Yo muevo la cabeza como un loco del Larco Herrera. Su música revienta mis tímpanos. Levanto el vaso y consagro su sangre con la mía. Lo veo llegar, vestido de negro, sus ojos delineados y su cabello largo. Chris, hermano, ven siéntate en mi acera, bebamos. En silencio bebe, se droga, piensa en sus tres hijos. Me paro y, como Iam Curtis, con un movimiento desacompasado le doy sentido a las luces de neón. Abro los ojos y estoy solo como el sol y el frío de las calles desiertas. Con las manos en los bolsillos y tambaleando regreso a mi casa. Mi madre me espera para calmarme y repetirme que deje de llorar. Me acuesta y sueño que existe un agujero negro en el sol tan profundo como mi corazón.