Consumo, absurdo y corporalidad: un análisis político de The Whale de Darren Aronofsky y The Substance de Coralie Fargeat en el contexto posmoderno

 


Consumo, absurdo y corporalidad: un análisis político de The Whale de Darren Aronofsky y The Substance de Coralie Fargeat en el contexto posmoderno

 

La cuestión del consumo, la corporalidad y el absurdo en el cine contemporáneo se ha convertido en una de las problemáticas más relevantes dentro del marco del análisis posmoderno. Películas como The Whale de Darren Aronofsky y The Substance de Coralie Fargeat, aunque distintas en su estética y enfoque narrativo, abordan estas cuestiones de forma profundamente vinculada al contexto de la sociedad posmoderna. En este ensayículo, se propone un análisis comparativo entre ambas obras cinematográficas, donde se exploran los elementos de consumo, el absurdo y la corporalidad a través de un prisma interdisciplinario que entrelaza los campos del cine, la política, la sociología y la filosofía. De estos parámetros, se argumentará que ambas películas no solo exponen la crítica a la sociedad del consumo, sino que, mediante sus representaciones de la corporalidad, nos sumergen en un universo donde el absurdo se erige como el principio rector de una existencia marcada por la alienación y la fragmentación del individuo.

La posmodernidad, entendida como una respuesta a las tensiones de la modernidad —donde la razón, el progreso y la ciencia se presentan como los pilares del conocimiento y la organización social— ha dado lugar a una fragmentación del sujeto, que se refleja en la disolución de los grandes relatos y la celebración de la multiplicidad, la paradoja y el desencanto. Este fenómeno se ve claramente en las narrativas cinematográficas contemporáneas, donde las representaciones del cuerpo humano y la relación con el consumo se entrelazan con una profunda crítica a los valores de la sociedad capitalista. La posmodernidad, según Jean-François Lyotard, se caracteriza por una "deslegitimación del metarrelato", una crisis del conocimiento que se refleja tanto en las narrativas sociales como en las estéticas cinematográficas.

En este contexto, The Whale y The Substance se insertan en una crítica tanto al orden neoliberal que perpetúa el consumismo, como a la representación de cuerpos distorsionados, exhaustos y alienados, metáforas de la existencia humana dentro de una estructura social enajenante.

Una de las características centrales de la sociedad posmoderna, debemos recordar y tenerlo presente, es la preeminencia del consumo como eje estructural de la existencia. El capital se convierte no solo en el motor económico, sino en la fuerza que regula las dinámicas de la vida cotidiana. Esta lógica se encuentra profundamente arraigada en las estructuras del neoliberalismo, donde la acumulación de bienes y la satisfacción inmediata se presentan como fines en sí mismos, distorsionando el sentido de la existencia y anulando la posibilidad de una reflexión crítica sobre el ser.

En The Whale (2022), Darren Aronofsky nos presenta a Charlie, un hombre obeso y en una espiral de autodestrucción, cuyo consumo desmedido de comida se convierte en una metáfora del vacío existencial que experimenta. La elección del personaje, interpretado por Brendan Fraser, es fundamental en este sentido: Charlie no es solo un hombre que lucha contra una enfermedad, sino un símbolo de una sociedad que consume no solo bienes materiales, sino también sus propios cuerpos. La obesidad de Charlie es una forma de resistencia al vacío existencial, pero también una representación de cómo el consumo desbordado puede llegar a destruir al ser humano, anulando sus posibilidades de redención o de contacto auténtico con otros.

Este consumo extremo se refleja también en la obra de Coralie Fargeat, The Substance (2019), donde la protagonista, una mujer atrapada en un ciclo de violencia, lucha por recuperar su identidad y poder dentro de un contexto de dominación masculina. En este caso, el consumo no se limita al plano físico, sino que se extiende al consumo emocional y psicológico, donde el cuerpo de la mujer es utilizado como objeto y mercancía en una sociedad patriarcal. Al igual que en The Whale, la corporalidad se convierte en un campo de batalla, donde el exceso de consumo de poder y la opresión institucionalizada dan lugar a un ciclo de violencia y sufrimiento.

El absurdo, como concepto filosófico, tiene en Albert Camus su mayor exponente, quien en su obra El mito de Sísifo (1942) plantea que la vida humana está marcada por la contradicción esencial entre el deseo de encontrar un sentido y el vacío inherente al universo. En este sentido, el absurdo no es solo un tema filosófico, sino una condición existencial que se refleja tanto en la película de Aronofsky como en la de Fargeat.

En The Whale, el personaje de Charlie experimenta constantemente la confrontación con el absurdo de su propia existencia, simbolizada en su obviedad física, en su sufrimiento, y en la búsqueda de aceptación de un cuerpo que ya ha sido condenado por la sociedad. El exceso de comida y el rechazo hacia su propio cuerpo se presentan como formas de evasión de un mundo que no ofrece respuestas satisfactorias a las grandes preguntas existenciales. Aquí, el absurdo no se presenta solo como la falacia de encontrar un propósito en la vida, sino como la imposibilidad de reconciliarse con uno mismo en un mundo que, en su lógica consumista, no permite la redención del ser.

De manera similar, en The Substance, el absurdo también emerge como una característica central de la lucha de la protagonista. La trama, centrada en explora la opresión física, emocional y psicológica que enfrentan las mujeres en una sociedad dominada por el patriarcado y el consumo de cuerpos femeninos como objetos. La historia, entonces, sigue a una celebridad en decadencia que, en un intento desesperado por recuperar su juventud y relevancia en una sociedad obsesionada con la apariencia, consume un suero experimental adquirido en el mercado negro. Este suero, inicialmente prometedor, genera una versión mucho más joven de la protagonista, pero con efectos secundarios inesperados y desastrosos. A medida que la película avanza, se revela cómo la protagonista enfrenta las consecuencias de su elección, ya que su cuerpo comienza a transformarse de maneras inquietantes y perturbadoras, desafiando la delgada línea entre la regeneración y la destrucción total de su ser. Al igual que Sísifo, la protagonista está atrapada en un ciclo interminable donde la aceptación y el consumo se repiten sin fin, haciendo de la búsqueda de la felicidad una quimera inalcanzable. En este sentido, tanto The Whale como The Substance se presentan como narrativas donde el absurdo de la vida cotidiana se vincula intrínsecamente con la incapacidad de escapar de los sistemas de consumo y de opresión.

La corporalidad, en el marco de la posmodernidad, se ha convertido en uno de los temas más complejos y ambiguos dentro del cine. En un mundo donde la imagen del cuerpo es constantemente moldeada y estandarizada por las industrias del entretenimiento y la moda, el cine contemporáneo explora el cuerpo no solo como un espacio físico, sino como un lugar de resistencia y sumisión, donde la lucha por el control de la propia identidad se enfrenta a las imposiciones de la sociedad.

En The Whale, el cuerpo de Charlie es el centro de la narrativa; su obesidad no es solo una característica física, sino una forma de resistencia a la incomodidad existencial. Sin embargo, esta resistencia es también su condena, ya que su cuerpo lo margina y lo convierte en un paria dentro de la sociedad posmoderna. El exceso corporal, en lugar de ser una forma de afirmación, se convierte en una cárcel, un espacio donde la subjetividad se pierde en la búsqueda desesperada de consuelo a través del consumo.

Por otro lado, en The Substance, el cuerpo de la protagonista se presenta como un terreno de lucha, donde la violencia que recibe se convierte en una forma de opresión física y psicológica. Sin embargo, es en este mismo cuerpo donde ella comienza a recuperar su agencia, utilizando su corporalidad como herramienta para resistir la violencia y tomar control de su destino. En este sentido, Fargeat ofrece una reflexión sobre cómo, en un mundo dominado por el patriarcado, el cuerpo femenino se convierte en el espacio donde la lucha por la autonomía se libra de manera más visceral.

Debo concluir esta reflexión no sin antes afirmar que este análisis comparativo de tanto The Whale y The Substance revela cómo ambas películas, a través de sus representaciones del consumo, el absurdo y la corporalidad, ofrecen una crítica mordaz a la sociedad posmoderna. En un mundo marcado por la crisis de los grandes relatos y la primacía del consumo, el cine se erige como un espacio de reflexión sobre las contradicciones y tensiones que definen la experiencia humana. El absurdo de la existencia y la corporalidad se presentan no solo como aspectos de la vida individual, sino como elementos que están intrínsecamente ligados a los sistemas sociales y políticos que los sustentan. A través de la exploración de estos temas, tanto Aronofsky como Fargeat nos invitan a reflexionar sobre la alienación y la fragmentación del ser en una sociedad que, bajo el marco del consumo, niega la posibilidad de una existencia auténtica.

 

 

 

 

Referencias

Aronofsky, D. (Director). (2022). The Whale [Película]. A24.

Fargeat, C. (Director). (2023). The Substance [Película]. EuropaCorp.

Lyotard, J.-F. (1979). La condición posmoderna: Informe sobre el saber. Ediciones Siglo XXI.

Camus, A. (1942). El mito de Sísifo. Gallimard.


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