Cuando la cultura les llega a las toronjas


Hace algunas semanas se realizó en la ciudad de Huacho el Pre encuentro de cultura. Un evento importante donde se busca recoger información sobre el acontecer cultural de la ciudad. Lo lamentable del evento es que asistimos las mismas personas que siempre tenemos el empeño de organizarnos y proponer una política cultural a nuestras autoridades. La otra parte, la gran mayoría, no asistieron porque no se enteraron del evento, no tuvieron tiempo en su recargada agenda o simplemente su mastodonte ego los ciega ante una realidad urgente.
Reunirnos no significa que estemos de acuerdo ni mucho menos desarrollemos una filiación en nuestro devenir artístico. Tampoco que hagamos terapia para sanear nuestros rencores milenarios. Nos reunimos porque necesitamos un presupuesto de las instituciones públicas, imponer representantes que manejen políticas culturales y que las autoridades les den la importancia debida a nuestras prácticas.  
Estos mequetrefes que abundan en Huacho tienen las características de sentirse unos iluminadores de caminos, poseen un apego ignorante sobre la anarquía cultural, les encanta ser halagado por otros seres que recién ingresan al circuito cultural, no tienes la estimulación de superarse o, simplemente, comparan su arte con la única gaseosa que existe en el desierto de Ica. En conclusión no les interesa la cultura.
He pensado en una manera de desaparecer a estos gérmenes que sabotean lo que queremos construir. Sé me viene la idea de crear una institución de estilo nazi-fascista donde ordenemos el desorden, impongamos lo que se debe entender por cultura o agendar y privilegiar los puntos importantes que se deben hacer para desarrollar una política responsable cultural. Pero también sé que el arte por naturaleza es libre e independiente y someterlo a estos principios, que me parecen necesarios en estos momentos, le restaría mucha vitalidad.
El camino se me vuelve incierto más aun cuando estas ideas desfasadas y arcaicas ahora son respaldadas por jóvenes discapacitados de toda reflexión. Esto me entristece porque pensaba que estas ideas pertenecían a una generación vejestoria que esperaba, desde mi adolescencia, que un momento se iban a parar de sus cetros dictatoriales. Pero eso no pasará porque en realidad el problema no son las personas sino esa peste medieval que se llama ignorancia y nos ha condenado en todo el proceso histórico de la humanidad.       

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