Apología al fútbol y al fracaso
Pertenezco
aquella generación de jóvenes que creció con el desencanto y el fracaso. La que
fue educada por una caja boba que repetía, incansablemente, que en algún
momento fuimos grandes. Sí, aquellas selecciones que estaban a la altura de
Brasil y Argentina, la que ganaban de visitante y goleaban de local. Aquellas
que daban ganas de ir al estadio porque era un espectáculo. Aquellas que
sobreviven en imágenes en blanco y negro en nuestro betamax.
No
puedo dar una respuesta ni mucho menos una aseveración de cuándo se jodió el
futbol peruano. Pero si tengo un recuerdo de una selección que me hizo creer en
la ilusión de ir al mundial.
Para
las eliminatorias a Francia 98, la federación de fútbol había confiado en Juan
Carlos Oblitas la responsabilidad de dirigir la selección peruana. Tomando como
base aquel mítico Sporting Cristal, que había salido tricampeón del futbol
peruano y sub campeón en la copa libertadores, y con la suma de algunas figuras
del medio local; se formó una selección que no tenía jugadores que jugaban en
el exterior, como los tiene ahora, pero se había concientizado con un trabajo
serio y humilde. Aquella selección con Julio Balerio en el arco; laterales:
Jorge Soto y Percy Olivares y los centrales, Juan Reynoso y Pepe Soto; la
primera con el Chino Pereda y Juan Jayo; el mediocampo eran el ‘Chorri’
Palacios y ‘Ñol’ Solano, y la dupla de delanteros conformada por Carty y
Maestri, sostuvo la ilusión de clasificar a un mundial hasta la última fecha de
la eliminatoria.
El
rival a vencer era Chile que tenía en sus filas a Iván Zamorano y el “Matador”
Salas. El partido que nos daría la clasificación se jugaría en Santiago de
Chile. De esa noche solo recuerdo la cara de Reynoso observando como todos los
chilenos cantaban su himno y cómo sus voces hacían remecer la poca valentía,
que en ese momento, sobrevivía. Yo no quiero imaginarme lo que sintieron esa
noche aquellos once jugadores que veían como la selección chilena nos vencía
por un categórico cuatro a cero.
Fue
la mejor selección que vi en mi vida. No tenía figuras descollantes, a
excepción de Solano y el chorrillano Palacios, ni estaba constituido de
metrosexuales. Era un equipo humilde que Juan Carlos Oblitas le introdujo ese
fútbol de garra y toque que las selecciones pasadas tenían. Además el equipo se
caracterizaba porque salía a jugar a la ofensiva cuando jugaba de local, así
fuera Brasil el que viniese a jugar. De visitante en cambio, buscábamos el
empate o alguna victoria agónica como lo hicimos con Uruguay y Colombia. Pero
todo eso se perdió el siglo pasado.
Para
las siguientes eliminatorias contrataron a Pacho Maturana que, según la prensa,
decía que nos iba a rescatar y desarrollar ese toque fino que siempre había
caracterizado al fútbol peruano. Pero el fracaso llegó y lo demás es historia
conocida.
Hoy
que he visto a mi selección ser eliminada por el mismo equipo chileno, me he
preguntado si todos estos resultados tienen mucho que ver con la actitud que
tenemos los peruanos día a día. Mañana se repetirá las mismas circunstancias de
todo una vida: los periódicos publicaran otras portadas en sus diarios; en el
trabajo todos nos miraremos las caras y negaremos que vimos el partido, y
cuando lleguemos a nuestra casas nos importará más la liga española que la de
nuestro fútbol que poco o nada nos ha enseñado a ser peruanos.
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